Esto
es un ecopoema.
Aquí
no existen coches con cubiertas gastadas
ni urbanas
vidas agraces
ni los
happy hours de los pubs de moda cuya
insignia es
el horror vacui de los vasos y los
colchones.
Aquí
nos refrescamos el rubor con un arroyo en época estival
y
escogemos de entre los versos que llevan madurando algún tiempo,
aquellos
que nos tranquilizan por creer que son
pequeñas
cuestiones de fe.
Tampoco
nuestros pájaros se paran a descansar
en
edificios institucionales,
en
estadios o en catedrales de nueva construcción,
y
prefieren hacerlo en las ramas más floridas de los árboles:
parecen
ser cómplices de una nueva forma de rebeldía.
Sin
embargo, es el aire, lejos de grandes complejos industriales,
quien
corre en brisa tenue pero triunfante,
ajeno
a angustias y falsas pretensiones y siendo
dios sin problemas, doméstico,
sin ansias de infinito.
Por
el aire tengo la certeza de que es serenidad lo que necesito, y
es amarte
bajo un cerezo del valle del Jerte.
No hay comentarios:
Publicar un comentario