Extraviado

Adolfo P. Suárez (Adolfo Suicide) - Escalerona, Xixón, 2014.

“Ojalá se te acabe la mirada constante

la palabra precisa

la sonrisa perfecta”

Silvio Rodríguez.

Recorrido en soledad

el desierto de atacama,

las infinitas llanuras que cruzan el lago,

dormido al raso bajo el Golden Gate,

loco en el país de los cuerdos,

apóstata de los dogmas de cualquier religión,

reitero

mi condición de sublevado

y me uno a la cruzada contra olvido.

En Gijón, a uno de diciembre de 2014.

Querido diario,

yo que nunca te he sido fiel

que mis penas

solo las ha vivido el silencio

y consciente de mi impuntualidad

- inoportunas esperanzas que arriban sin avisar-

llego a ti

sólo, a este jardín del después,

para decirte

que sí creo en la suerte

y que más allá

de los campos agrestes

y las nubes negras

está la tierra fértil,

la misma

que tantos alfareros

y buscadores del mañana

anhelaron.

Como el caballo a su pasto,

como la nieve al suelo en invierno,

como el corredor

cuando la subida es condición

para llegar a meta,

al fin,

te he encontrado;

sincera, desnuda, eterna. 

JANDRO DQ (Alejandro Fernández)

Albor

Me gusta el aroma del calor

en las noches de febrero

cuando en la calle todo es mentira

y solo en ti reside la esencia de los días.

Me gusta el sabor del hielo

cuando congela este vértigo

y todo es magma de vida en ebullición.

Exijo más noches como esta;

para buscar calor en los abrazos ajenos,

para fundir mi piel con la tuya

y que derrames de tu sinceridad sobre mí cuerpo.

Imagen: Pablo Ruiz Picasso

JANDRO DQ

Des- amistad

Des- amistad

Calla, silencio, calla, Mística,
que no tengo armadura ni sombrero para protegerme
de los motivos
de lo que es igual
en nosotros dos

¿Quién tuvo la arrogancia de intentarte?
El límite de la fortaleza de la mariposa
no cruza/  el puente/  suicida que
bautiza un posarse pegado.

"Suceso inexplicable, extraordinario o
maravilloso que se atribuye a la intervención divina"

Eso es él,
el milagro,
la lluvia que jamás nos caló
el susurro de agua que
mal- interpretamos:

creíamos haber dado con una perla
y apareció en las manos una
tonta piedrecita que arrojamos
cortésmente:

me alegro de verte,
dos besos,
adiós

Hablaba bonito

Hablaba bonito. Y no solo era la voz, sino el tono, la expresión, la entonación y las curvas le sonaban en el canto hablado. Hablaba elegantemente, con cuidado y suavidad. Terciopelo era su hablar. Era precavida y se fijaba, quizás inconscientemente, en ser dulce y cariñosa para acariciar el oído con su voz.

Tenía una voz suave, ni muy grave ni muy aguda, y mataba el matiz de ser chillona solo Dios sabe cómo. Era una voz mate, pero brillante. Una voz que, aunque tímida, la más bonita de todas. Una voz que, de ser un murmullo en una multitud ruidosa, de ser un pequeño hilo de sonido en un alboroto de máquinas industriales, de ser así incluso el sonido de la guadaña que arrastra la túnica negra, buscaría incesantemente hasta encontrarla. Hasta escucharla. Y flotar en el tiempo con ella.

Era bonita en la forma. Adoraba cómo silbaba las eses, con suavidad, como un susurro. Sonando solas cada segundo, en cada palabra, deslizándose entre los labios, entre los dientes... suavemente. No molestaban, al contrario: agradaban. Eran unas eses dóciles. Fáciles de escuchar y que evocaban tranquilidad. Serenas.

Bonitas eran sus erres, también. Eran unas erres raras. Como voluptuosas, como grandes y pomposas, como agradables y dulces. Graciosas y juguetonas. Raras. Pero bonitas. Sonaban a /gr/. Acariciaban el oído; acariciaban la piel. Eran unas erres mimosas, cariñosas. Un sonido para nada violento ni agresivo, al contrario: atrayente.

Su voz y su forma de hablar la hicieron completa por completo para mí. No conozco su cara, sus ojos, sus labios ni su nombre. Pero conozco su voz. Y por su voz la conozco a ella, por su singular y perfecta voz. Por su voz inmortalizada en mi mente, en mi pensamiento. Su voz que me duró unos minutos completamente eternos pero que, llegado el momento tocaron a su fin dejando paso a su vorazmente bonito recuerdo.

Aquella su voznita.

Morir

Perder la palabra,

olvidarse de escuchar

y dejar en suspensión los procesos vitales.

Retirarse de los días,

dejar que piensen por nosotros,

ceder la voluntad al poder:

Hacerse pequeño,

despojarse de la potestad para hablar.

Morir es arriar las velas

y dejarse llevar por la corriente.

JANDRO DQ

"Los fusilamientos del 3 de mayo" - Francisco de Goya

"Los fusilamientos del 3 de mayo" - Francisco de Goya