15 de abril de 2012

De Puerto en Puerto

Aunque a la luna de marzo le falte un abril,

le dije que no me importaría aquello,

que me daba igual tener que dormir en un cuchitril.

¡Qué coño me iba a importar tener que morir!

si el final del camino nunca nadie lo ha visto,

¡Qué más me da dejar de llorar por ti!

si las persianas de la fachada están todavía cerradas...


Me pidió que le azulejara de azul oscuro su corazón.

Que alicatara con retales de amor las esquinas

y que no dejase huecos sin cubrir,

pues sentada al frío por las mañanas,

tiritaba y los sueños se fugaban por las rendijas…


De cenefas azules y blancas le decoré la cara.

El viento nordés me perdió por aquél callejón,

de incógnito y sin razón de ser,

me disfracé de luz y entré.


Por el túnel del silencio me encogí, y llegué a ver

que la tranquilidad de la mañana fría

se había convertido en una calurosa tarde de primavera sin luz ni día.


JANDRO.

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